Pasan los días, y seguimos en nuestra habitación de la fritanga, enganchados a nuestros ordenadores, mandando nuestra plantilla a diestro y siniestro. Después de 3 días, dando vueltas por Vancouver buscando habitación comienzan nuestros agobios. No tenemos casa, y el hotel que teníamos para 3 días, se acaba.

Marina, vamos a buscar un puto hostel que nos quedamos sin pasta en dos días. Pues na, a buscar un hostel.
Ángel he encontrado una cerquita del hotel que está bien de precio, el baño es compartido con toda la planta, pero bueno hare de tripas corazón. Y así tenemos más tiempo para buscar, una casa donde las tías no estén tan buenas, y la cocina no huela a gas. Y en ese hostel y en 5 más de la zona: Sorry, I don´t have a room, the place is full. Comoorrr, la ciudad esta petada¡¡¡ Volvemos a nuestro hotel y les decimos: Por favor podríamos pagar otros 100 pavos por una noche mas, Of course, no problem.
Marina, por dios vámonos donde sea, y deja de decir que el baño es pequeño, la cocina huele a gas, que las tías del piso están demasiado buenas, que la puerta es azul…. (Y eso que no éramos exigentes).
Después de afinar los criterios de búsqueda al TODO VALE, conseguimos tener la primera cita: barrio de Kitsilano (recomendado por mi amiga Marika): Primer sartenazo en los dientes… “ this room is available for August 1st” Mierda, con la calculadora en la mano y contando que el hotel vale una pasta, mal empezamos.

Día siguiente: tenemos 3 citas. La primera: compartida con tres tías australianas y francesas, súper guays, surferas, en un apartamento de la leche, con gym, sauna, piscina, y unas vistas de cojones. Problema: vale una pasta, tenemos que pagar los muebles a los que se piran, y no podemos entrar ya. Mierda, bueno tenemos otra casa que ver. La segunda: A tomar por saco del centro, mal comunicada, y lo peor, baños asquerosos, sin salón, la cocina huele a gas, compartiendo con 6 personas más que no conocemos. Esta sí que no. Y la tercera: Casita con jardín, una pequeña huerta, con animales de compañía, 3 gallinas y un gato, una habitación grande, un baño decente, y una cocina también decente. Compartida provisionalmente con dos chicos franceses, y a partir de agosto con una chica canadiense, (que Marina espera que sea fea). Esta sí, nos la quedamos.

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